Por Nicolás BesimenkoEstamos atrapados en una
sociedad consumista que, al recibir la información de un medio con más de 40 años de vida, tiene prohibido discutir, dudar, reprochar o simplemente analizar cada noticia que le llega a sus manos. En pocas palabras, lo toma como una verdad absoluta.
A su vez,
se niega a desconfiar de la veracidad de la información, algo demasiado
preocupante. Son similares los casos de la señal de cable y el diario centenario de la ciudad. En el primero, se observa un recorte de la realidad
excesívamente inocente, viciado de información social y horrorosas
publicidades encubiertas. Filmaciones de sorteos, concursos y aniversarios de comercios adheridos son la especialidad de la casa. Y obviamente, todos centros a la cabeza para el palacio municipal y sus allegados. Para quienes lo miran, está todo de 10 en la ciudad.
Lo del medio escrito es un poco más jugado, criticando la gestión actual cuando es necesario e
intapable, pero con un insólito énfasis en las noticias nacionales (agenda
presidencial, actos políticos, anuncios, actividad parlamentaria,o sea, lo que se habla en los grandes medios) ubicadas en las primeras páginas, dándole un cierto suspenso a lo que sucede aquí, en Tres Arroyos.
La tapa se diagrama así: el titulo principal se lo lleva el tema más repetido del día anterior a nivel nacional o internacional, salvo excepciones de noticias con extraordinaria repercusión ocurridas en la ciudad o la zona. En cuanto al deporte, siempre se lleva más tapas de lo normal y, fiel al estilo del medio, el deporte nacional/internacional prevalece sobre el local. Es más importante el Clausura de
AFA que nuestro Apertura de la Liga Regional
Tresarroyense.
Estamos inmersos en un sistema que nos obliga a pensar que está todo bien. Nos obliga a decir que todo anda bien, que cada vez hay menos miseria, menos hambre, menos
delitos, más trabajo, más obras, crecimiento económico, pero nosotros sabemos que no es así. La sonrisa falsa es moneda corriente por estos días, y ojo con suplantarla por un gesto de enojo, porque ahí si que se nos viene el
tsunami de reproches: que sos un amargado, que siempre
andás con mal humor, que los problemas
dejalos en tu casa, que no te enrosques con la política que no vas a cambiar nada, que siempre
quejándote...
Es hora de que pensemos nuestras libertades para actuar frente a la sociedad y
replantearnos qué futuro nos espera con el conformismo, la intolerancia, el egoísmo y la soberbia que irradia el argentino común. El mismo que crearon nuestros malditos medios.